Español: La obra representa a
Poncio Pilato lavándose las manos como símbolo de su inocencia en la condena a muerte de
Jesucristo, ya que habían sido los judíos los que habían deseado su muerte. Dentro de los encargos realizados por Correa para el antiguo monasterio de padres bernardos de San Martín de Valdeiglesias, se halla un grupo de tres tablas con escenas relativas al ciclo de la pasión de Cristo, realizadas en composiciones circulares que, por sus grandes similitudes estilísticas, debieron pertenecer probablemente a un mismo conjunto. Estas tres tablas representan tres historias sucesivas: Pilatos lavándose las manos, la Coronación de espinas (P00669) y un Ecce Homo (P00670). El episodio plasmado en esta tabla de Pilatos lavándose las manos se narra en el Evangelio de San Mateo (27, 24-25) y también lo recoge el evangelio apócrifo de Nicodemo (IX, 4). Destaca en primer término el soldado que señala a Jesús con gesto acusador; va vestido con casco y coraza de cuero ocre, decorada a la romana, modelo tomado de Juan de Borgoña, que Correa repite en las tablas compañeras de esta, y muy utilizado también por el pintor en otras composiciones a lo largo de toda su producción. En el centro resalta la figura de otro soldado de rostro hirsuto y barba canosa, con alabarda y armadura pavonada, que sujeta la soga con la que han apresado a Cristo. Correa representa al Salvador coronado de espinas, con nimbo crucífero y con la soga alrededor del cuello, hasta donde llegan las gotas de sangre que le producen las espinas; su semblante abatido denota una expresión sumisa, de aceptación del designio divino. Junto a Jesús, a su espalda, se sitúa un anciano de rasgos muy finos y gesto apesadumbrado, tocado con gorro y cubierto con manto rojo, que probablemente representa a uno de sus seguidores. Las diferentes texturas de la indumentaria, terciopelo, lana y cuero, así como los distintos acabados de los metales están realizados con gran maestría, lo mismo que las carnaciones, cabellos y otros detalles. El juego de luces y sombras resalta todas las calidades y deja en penumbra el escenario, que tuvo lugar en el palacio del procurador romano, del que apenas se distingue al fondo un velo a modo de cortinaje recogido a la izquierda, tras el tribunal, y a la derecha una columna y parte de un arco (Texto extractado de Cortes Hernández, S.; Ocaña Rodríguez, E. en: Juan Correa de Vivar, c. 1510-1566. Maestro del Renacimiento español, 2010).